30 de septiembre de 2015

26/9/15: REGATA COMODORO AVEC MOI MEME

Eso de navegar en un barco de bandera francesa y trabajar en una empresa con homóloga nacionalidad, me está volviendo rarito. Hago Excels en francés, cuando cojo el teléfono digo “aló, aló” y voy por ahí escribiendo cosas con vocablos gabachoisses. ¡Vaya fotiment de banderas que llevamos por el Maresme, últimamente!
En fin, el sábado decidí participar en mi segunda regata “oficial” en solitario. Para quienes les falle la memoria, recordaré que la última regata Comodoro en la que participé (noviembre 2014) fue la Retmar y la cosa no acabó muy bien que digamos. Así visto, el sábado no era cosa de participar implicando a nadie más, así que me metí en el Kiski avec moi même, hice una reverencia en dirección a París, canté la marsellesa y zarpé. Oh la lá!
Por cierto,…encontré el rating francés del Kiski, una fantástico 0,8535 de la Fédération Française de Voile que podría irme de perlas para pasar por la quilla al Mamoku. Sin embargo, consultado al Club se me informó de que el rating en cuestión es un Handicap National Voluntaire Trés Fantastique, sólo comparable a la declaración de bienes en Liechtenstein del clan Pujol. ¡Lástima! Abandonaremos la idea…
Día gris y de poco viento. 6 nudos del NE en puerto. ¡Zarpo! Tenía muchas ganas de encontrarme a solas con el Kiski y hablarnos de tú a tú. El Comité decidió montar unos bastones que Promoción sólo debía recorrer en ambos sentidos una vez. 43 barcos sobre el mar, en solitario o a dos. ¡Una pasada! También habían salido Tres Bes, Iguazú y Samantha. El Vualy se había quedado en tierra, víctima de un viaje frustrado a la France con paso intermedio por vidriera (últimamente, la France nos persigue).
Con calma izé la mayor y la trimé como para ceñir. El piloto funcionaba bien y me atreví a izar génova y hacer un par de bordos. Con mucha, mucha calma. Tanta, que me pilló la señal de salida a 100 m del Comité. Y, claro,…me convertí en un espectador privilegiado de la línea de salida. Distinguí como Iguazú, Snoopy, Tres Bés, My Star y alguno más estaban a punto de coincidir en la misma dimensión espacio-temporal sobre el barco del Comité, pero no pasó nada.
Amurado a estribor y en dirección al Carrefour de Cabrera, alcancé al barco del Comité y pasé línea, dejando a 4 barcos tras mi estela (entre ellos al Suro). Ya imaginareis mi regocijo al calcular que por delante habían otros 38 barcos, 18 de los cuales en la misma categoría.
¡Pero el Kiski anda! Fuí trimando y dejé por sotavento a Iguazú, Tres Bés, My Star y Snoopy. Pero las regatas son muy largas. Aunque muchos veleros hacían bordo a mar, yo decidí persistir en mi idea de hacer mis compras en el Carrefour de Cabrera. Había oferta 3x2. Sin embargo,… en dirección al Caprabo de Ciutadella el mar estaba más rizado. Como el camino a Ciutadella ya me lo conozco, decidí cambiar de proveedor.
Ahora bien,… una cosa es decidir y otra ejecutar. Veamos,… ¿cómo carallo iba la maniobra del Kiski? Pensemos: vale, ya está. Venga, bordo con el automático….el barco empieza a cambiar de rumbo, pierdo viento, suelto escota, me preparo para recoger por estribor y….viento de proa, 0,0 nudos de velocidad. ¡¡¡¡Comorrr!!!! Si hijo si (oui, oui, mon petit enfant…). Si en el piloto Raymarine no le das a las teclas +1 y +10 justo a la vez, el piloto dice que no ¡pardiez! Clavado el Kiski, recompuse la orientación original (¡al Carrefour!), cogí velocidad, recé en oh la là a les Saintes de Saint Ciprien y probé de nuevo a hacer el bordo. ¡Esta vez sí!
Mi conclusión inicial fue que, en solitario, cada bordo es un riesgo de fallo. Por lógica cartesiana, a menos bordos reales, menos fallos potenciales. Luego… ¡a aguantar, chaval! y ¡a acertar con la boya, que quedan dos millas!
Este bordo era más favorable y el Kiski corría. Al poco, me encontré haciendo cruces con otros barcos que habían hecho antes el bordo a mar y ahora buscaban erróneamente boya. Pasé por poco al My Star y otros bos barcos por su proa, pero con el Snoopy preferí no arriesgarme y pasar por su popa, muy muy cerquita.
Seguí hacia el Caprabo de Cituadella. ¡Qué buena la sobrasada del mercado! ¡Qué quesos! Mmmmm! ¿Y “Sa Bona Birra”?... ¡aaaayyy!
Pero volvamos a la realidad. Distinguí la boya. Y e aquí la pregunta del millón: En el Kiski….¿Se hace el bordo a boya cuando su demora está a 90º de la línea de crujía desde el timonel o más allá de este ángulo? ¿Y cuánto más allá? Aunque la experiencia es la madre de la ciencia, dejé 3 grados de más, e hice bordo. Amigo como soy de las cervezas fuertes, debiera haber dejado 8 u 11 grados y no 3, pero al fin y al cabo iba a rumbo directo, algo forzado y un poco penalizado de velocidad. Recontratrimé muy a rabiar y conseguí que el Kiski fuese como un tiro…y entonces empezaron a cruzarse los veleros que venían de tierra.
Snoopy y un par más tuvieron que dejarme por popa. Pero no el Iguazú. Sergio me sobrepasó y se quedó en posición de desventarme por barlovento. ¡Merde! Para estas ocasiones, he de conocer más interjecciones en francés, lo reconozco. Traté de pasarle por barlovento….imposible. ¿Y por sotavento?:...perdía un nudo. Alors….que’est ce que il faut faire? Pues ajo y agua. Me acerqué lo que pude hasta llegar a boya. El Iguazú iba a dos, tenía ventaja en el bordo…y la aprovechó. Sudé lo mío para no tocar boya, cambiar de amura e iniciar la empopada, con una bonita aleta a 120º. Empecé a perseguir a Iguazú y recortar distancias, pero no llegaba. Quienes sí llegaban eran los 17 barcos que tenía detrás y empezaban a calzar sus espis y asimétricos. ¡Abusones! Me pasaron dos, mientras decidía cambiar de estrategia, pasar a un casi través y alcanzar a Iguazú por barlovento,…pero me iba de línea de llegada. En pocos segundos coincidimos 5 barcos a la llegada: dos, con asimétrico, pasaron. Uno, que me estaba dando alcance, entró antes, superándome por babor y coincidiendo con el Iguazú que, a estribor y sotavento, apuró hasta tener ángulo de ceñida y decidió entrar a saco rozándole las orejas a Toni, que contabilizaba las entradas desde la Loca Carioca. Tanto se las rozó, que se enganchó con su línea de fondeo, quedándose atravesado frente a mí a la par que separaba la línea de llegada de mi proa, transformándose mi cruce de meta en una tarea sisífea: cuanto más me acercaba a línea, más se alejaba ésta.
Finalmente, unos metros más allá de donde tocaba, entré. En tiempo real no estuvo mal. En compensado, en 15ava posición de 23. Teniendo en cuenta que era mi primera experiencia y que la mayor se aplana sólo con un Cunningham, no está nada mal.

13 de septiembre de 2015

EL CALIFA DE FEZ

Hace muchos, muchos años, en la antigua Persia, ocurrió un día que el mercader de lámparas y alfombras Ibrahulím de Yunán, se encontró acosado por la falta de ingresos y la necesidad de mantenimiento y coste de sus bienes más preciados. Estaba entre sus bienes la "Genius", nombre que daba a su lámpara de aceite favorita. Aunque ésta había iluminado su casa y su corazón en los momentos más oscuros de su vida otorgándole innumerables deseos, ahora necesitaba más cuidados de los que el esforzado Ibrahulim podía ofrecerle. Con gran pesar, Ibrahulim puso a la venta su lámpara a un precio acorde a su estado. En realidad era una gran lámpara, con un diseño y estructura difícil de encontrar en las lámparas más modernas.
Decidida la venta, la llevó al palacio del Califa de Fez, donde fue abrillantada por los técnicos en lámparas del Califa.
La lámpara realmente era capaz de conceder deseos, pues en su interior habitaba un genio bueno que decidía cuando había dado suficiente a su propietario y cuando debía cambiar de manos para conceder la felicidad a otros. Una de tantas mañanas bañadas por el intenso sol de Fez, el noble comerciante Al-Orioh, paseando por el mercado, se fijó en la lámpara. No fue casualidad el encuentro, pues ya antes la bella esposa de éste, atenta a los comentarios que le llegaban de sus servidores, le había hablado de las bondades de la lámpara.
La "Genius" ya había rechazado a otros posibles compradores, pero era lista y escogió a Al-Orioh por ver en él las cualidades que buscaba. Y Al Orioh, sintiéndose irremediablemente atraído por el poder de la lámpara, la compró. Ibrahulím se sintió entristecido al separarse de la "Genius", pero Alah había así dispuesto el destino y nada son los hombres comparados con los designios de los cielos.
Ejecutada la venta, ocurrió que inexplicablemente la lámpara no se encendió. Ibrahulím no conseguía entender la causa. La frotaba y la frotaba, le daba lumbre, pero nada ocurría. Justo antes de llevarla a Palacio, funcionaba. ¿Por qué no después? A veces, los destinos celestiales se manifiestan de forma que los hombres no somos capaces de interpretar, al menos de entrada.
Por el honor de su apellido, Ibrahulím debía arreglar la lámpara antes de entregarla al noble Al-Orioh. Volvió a llevarla a Palacio, pues el Califa era la única autoridad reconocida en Fez en materia de reparación de lámparas. A él y a sus genios de las dunas, Djinns comerciales e Ifrits mecánicos, se les otorgaban poderes de curación para todos los artilugios de la luz. Ciertamente, en Fez habían más reparadores de lámparas, pero su reputación no era buena.
No escuchó Ibrahulim las palabras del profeta Muhammad advirtiendo de que los Djinns, genios nacidos del fuego sin humo, eran seres capaces tanto que de ejercer el bien como el mal. Y que los Ifrits no son más que Djinns controlados por nigromantes humanos para maldecir y esclavizar a otros humanos.
El tiempo fue pasando sin que la lámpara funcionase. Los Djinns, los Ifrits y el mismo Califa usaban lenguajes diferentes, dialectos que la mayoría de los mortales no podían ni osaban comprender. Mezclaban conceptos mecánicos y eléctricos, frases del Corán y lecturas del Sagrado Libro de los Muertos egipcio para explicar sus acciones y visiones. Cuando Ibrahulim creía que un Djinn lo había entendido, se daba cuenta de que luego un Ifrit hacía lo contrario. Y aclarar un problema con el Califa no significaba que sus Djinns e Ifrits acatasen sus órdenes, pues a menudo se divertían inventando instrucciones opuestas y sembrando el caos y el desorden. Hasta el mismo Califa, un día decía una cosa y, el siguiente, la contraria. La desazón de Ibrahulim iba en aumento, a la par que la preocupación del noble Al-Orioh, que deseaba disfrutar en la noche de la luz de su nueva lámpara.
A medida que las lunas se sumaban, la desazón de Ibrahulim crecía. Parecía que ni el Califa ni sus genios tuviesen la menor idea sobre cómo arreglar la lámpara. Probaban extrañas soluciones, a cual más imaginativa y variopinta. Ahora unos pistones, ahora un rectificado, ahora una inversora, luego un eje, tal vez una hélice, tal vez el palo, el timón, la nevera o la punta del cimborrio.
Cada vez que un Djinn o un Ifrit daba una idea para solucionar el problema, el Califa apuntaba en papiro del Nilo multitud de símbolos cifrados repuntados con el símbolo mágico eurégico de la "€", al que todo mercader de alfombras temía. Como por encantamiento, cuantos más símbolos mágicos apuntaban los Djinns del Califa, más disminuía el peso de la bolsa de monedas de Ibrahulím, hasta que un buen día amaneció completamente vacía.
Y así se sucedieron días, noches, semanas y meses. En cuatro ocasiones entregó el Califa la lámpara y en las cuatro los hados del destino impidieron su funcionamiento. Al-Orioh, el comprador, respetuoso de las decisiones de Alah, aún pensaba que todo sería para mejor. Pero hasta la luz del Sol se apaga al esconderse tras el horizonte.
Cansado el notable Ibrahulím de ver como las lunas de primavera eran sucedidas por las del verano, agotada su última moneda esperando a que el Califa cumpliese su palabra de reparación, exasperado porque siempre que iba a verla la encontraba impresentablemente sucia y engrasada, en un sumidero de gasóleo y pez, el vendedor de alfombras acudió al Consejo de Ancianos en busca de palabras sabias.
Citaron los Ancianos la palabra de Muhammad y el noble Al-Advocat mostró a Ibrahulím el camino dispuesto por las leyes del Corán. A su vez, el sabio Al-Hantullaní, experto en usar lámparas entre Al-Andalús y las Al-Antillans, se ofreció a acompañarle a la siguiente entrega de lámpara. Ibrahulim había comprendido que la única intención del Califa había sido la de liberarlo del peso de su bolsa de monedas. Estas, sin embargo, ya no volverían. ibrahulím mostró su corazón a Al-Orioh y éste pudo comprobar en persona las aptitudes del Califa y de sus traviesos genios. Comprador y vendedor sellaron su camino y se encomendaron a la voluntad de Alah.
Tras discutir con el Califa y gracias al sabio Al-Hantullani, Al Orioh consiguió sacar la lámpara de Palacio, no sin tener que aceptar que ésta se encontrase anegada en gasóleo y sometida a extrañas vibraciones. Llevada por fin a su noble casa, procedió a terminar de sacarle brillo con la ayuda de sabios de su pueblo natal. Demostráronse entonces los errores cometidos en palacio y el Califa, rodeado por una negativa carga creciente, terminó por arreglar la lámpara de verdad, no sin antes tratar de vaciar también la bolsa de monedas de Al-Orioh, cosa a lo que este se negó rotúndamente. Durante un tiempo aún, la pez no dejó de brotar de las entrañas de la lámpara, encontrándose piezas mal montadas y correas de alternador cortadas un poco a posta, verbigracia de los vengativos Ifrits de la cohorte del Califa.
Dicen que el noble Al-Orioh tuvo que hablar alto y claro al Califa y acogerse al Tribunal de Ancianos de Bagdad para librarse de sus bromas y pretensiones. El Califa se olvidó de Al-Orioh y éste pudo disfrutar de la luz de su lámpara, que contenta por los cuidados dados, empezó a concederle los desos de su corazón.
Según cuenta la leyenda, el Califa sigue habitando su Palacio, esperando a que algún desventurado cruce su puente levadizo para llevarle otra lámpara a reparar con la que entretener y divertir a sus genios infernales y poder escribir pliegos y más pliegos de símbolos mágicos. Tú, caminante del camino, ya estás advertido. Ojalá si fueses el próximo, te encuentres entre los que el azar le ha sonreido. Si algo de esto aún no has entendido, ubica a Fez en Premià, transforma a Palacio en Varador y ubica a autor, cual propietario de lámpara o velero malherido.

BIENVENUS AU KISKI!!!!!

A Kiski le ha costado hacerse presente. El Genius tenía que dejarle paso y su venta se encontró con un escollo importante: Tras firmar el contrato de compraventa, el motor "se gripó" en circunstancias no previstas. Mal momento para repercutir la reparación en el precio de venta... Este factor añadió un componente de disminución de expectativas de compra y nerviosismo para adquirir otra embarcación. Aunque el Genius se vendió en abril, no abandonaría el puerto de Premià hasta principios de julio,...casi reparado.
La reparación del gripaje la efectué acudiendo a un nuevo operador en Premià de Mar: Varador Barcelona (o Mit BCN, según cuenta de explotación). Me habían dado buen feeling resolviendo un problema de fibra y decidí seguir con su servicio de reparación integral. De hecho, cuando el Genius se averió justo salía de este varador tras hacer el antifouling.
Lo que ocurrió a continuación es mejor narrarlo al ritmo de los cuentos de las Mil y Una Noches y dejar que el tiempo borre lo ocurrido, como el viento lo hace con las huellas de las dunas. Por eso escribí el cuento de "El Califa de Fez" (ver en la sección "Cuentos").
Mientras tanto, encontramos un Bv 38 en Hondarribia que tenía buena pinta. Las velas eran de origen pero llevaba toda la electrónica que uno podía desear: hasta radar y un piloto automático...Dios mío,...¡Un piloto!
Sabía lo que era un piloto porque otros compañeros lo tenían, lo usaban y estaban muy contentos en sus viajes a las islas. Incluso aprovechaban el tiempo para leer, mientras que yo, con mi viejo ST 4000, no podía moverme del puesto de pilotaje porque el piloto no aguantaba nada (hasta septiembre del 2014 no averigué que había un problemilla electrónico que impedía que actuase bien...). ¿Podeis imaginaros lo que es estar 22 h pegado a la rueda del timón? He de decir que en muchos viajes tuve relevos, pero últimamente no era ése el caso.
La quilla del Kiski era de plomo y la mayor full baten. Con bandera francesa y sólo 11 años de antiguedad, llevaba la equipación "hauturiere" completa. El motor era un pedazo de Volvo 55 CV. Y, además, el interior estaba casi nuevo. Era difícil no sustraerse a los encantos del Kiski y era preciso ser rápido en la compra, pues la oferta era buena. Las negociaciones fueron rápidas y a mediados de junio desarbolamos al Kiski y lo trajimos hasta El Balís por carretera. Muy recomendable trabajar con Cepelludo y Mediterranean Rigging, gente profesional y cuidadosa en su trabajo.
Kiski y Genius se encontraron casi frente a frente en el puerto de Premià, hasta que fue posible arrancar al Genius de su sitio y llevarlo hasta su nuevo puerto base, en manos de su nuevo dueño. Fue una situación ciertamente complicada. Tuve la gran fortuna de encontrar a un comprador que sabría apreciar y querer al Genius, y estuvo dispuesto a esperarlo.
Pensamos largamente sobre si cambiar la bandera y el nombre de nuestro nuevo barco.
En cuanto a la bandera, estudiamos la legislación francesa y más pronto que tarde nos quedó claro que ser español es muy bonito pero que tener un barco abanderado en el país del "Alló, alló" es mucho más económico.
En cuanto al nombre, pensamos seriamente en el "Genius Segundo", pero todo tiene su momento. El Kiski, en cierta forma, era el fruto de nuestros esfuerzos y del de todos aquellos que nos habían ayudado cuando las cosas fueron mal, así que pensamos que, en cierta manera, este barco era el barco de "to quisqui". Y así se quedó.
En poco tiempo lo hemos probado a conciencia: un par de viajes a Menorca y hasta una mini-regata. Todo va bien y no aparecen vicios ocultos renombrables. El barco es casi como una segunda casa. Así que, Madames et moniseurs, bienvenus aux histoires du KISKI!!!!